De buenos y malos

No te voy a contar nada que no sepas, la vida no es fácil, no lo es. A veces puede llegar a ser exasperarte, frustrante y agotadora. Hay muchas piedras en el camino y desvíos que te alejan de tus metas. Si eres un emigrante, puede que, incluso, sientas más intensamente estos altibajos.

A lo largo de estos últimos años viviendo en el extranjero, me he dado cuenta de que existen tres tipos de días. Sí, aún siendo consciente de que caigo en generalizaciones, he clasificado los días en:

Los días buenos

Hoy es uno de esos días en los que todo sale bien. En los que ves que todo el esfuerzo que estás poniendo en tu vida, en tu trabajo, tiene su recompensa, Hoy es uno de esos días en los que vuelves a ilusionarte, a sorprenderte, en los que, sin darte cuenta, sonríes y te dejas llevar.

Los días malos

Hoy es uno de esos días en los que las ilusiones se rompen. En los que las noticias te abruman, en los que la espera no merece la pena. Hoy es uno de esos días en los que te encuentras perdida y desorientada.

Los días neutrales

Hoy es uno de esos días en los que ni fu ni fa. Es otro día más. No he reído ni llorado. No creo que en una semana recuerde este día…

Probablemente sean los días neutrales los más habituales, esos que forman parte de nuestra rutina. Y están muy bien, ¿cuántas veces en mitad de una tormenta, en medio de una crisis, los hemos echado en falta?
Sea el que sea el día que hoy nos espera: si es bueno, aprovéchalo, si es neutro, agradécelo, y si es malo, acéptalo y úsalo para aprender, para hacerte más fuerte y para seguir adelante.

Como bien dice Pablo Arrivas (@pabloarribas) «vive de forma que te duela marcharte»

Carla López Rodríguez

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