El bebé ya está en casa ¿y ahora qué? Algunos temores de padres primerizos (o no)
Ahora que nuestro pequeño renacuajo ya vive entre nosotros, los miedos siguen ahí, cambian, pero no disminuyen. ¡Cuántas noches luché contra el sueño! Mi instinto de madre reinando sobre mi cuerpo, sin dejarle dormir. Sentía que tenía que proteger a mi bebé durante su sueño, no fuera a ser que le pasara algo, que dejara de respirar.
Siempre intenté no darle pie al tema de la muerte súbita. No me gusta pensar en él, ni siquiera nombrarlo, quizá es/era mi forma de lidiar con este gran miedo. Creo que incluso, aunque no hubiera sabido de ella, mi instinto me habría despertado una y otra vez durante la noche para controlar que nuestra pequeña seguía respirando a nuestro lado. Por suerte este miedo sí que disminuye con el tiempo hasta hacerse casi invisible, impalpable.
- ¡Cuidado que la rompemos!
En los padres primerizos también aparece otro miedo, no tan intrínseco, no tan violento, pero sí reconocible. El miedo a hacer daño al bebé, ya sea al pensar que lo cogemos con demasiada fuerza, agarrándolo de forma inadecuada, o simplemente al ponerle la ropa o cambiarle el pañal. Nos parecen tan frágiles y somos tan inexpertos que la inseguridad da pie al miedo.
Los primeros baños son todo un desafío, el jabón hace resbalar al bebé en nuestras manos, hay que cogerlo firmemente con una mano, mientras la otra lo lava. Todo esto sin apretar demasiado, sin que se le hunda la cabecita en el agua y sin hacerle daño, mientras el bebé se mueve y patalea.
Tras las primeras semanas, los primeros meses llega poco a poco la rutina y con ella la seguridad. Mes a mes nos vamos sintiendo más seguros y los miedos desaparecen.
- ¡Aaaaaaachís!
No es hasta el primer resfriado o la primera enfermedad de nuestros hijos que vuelven a reaparecer muchos de los primeros miedos. Nuestros hijos no comen, no duermen y lloran, sobre todo lloran. De forma que nuestros miedos acaban combinándose con preocupación. Son días de tensiones y noches cortas. Y tras superar esa primera enfermedad hay que añadir a la lista de miedos, el miedo a que se pongan enfermos…
(Suspiro – si es que enumerándolo así y poniéndolo en papel parece que convertirse en padre/madre solo significara enfrentarse al miedo constantemente).
- Ser mamá y papá es un proceso de aprendizaje continuo
Otro de los miedos con el que hay que aprender a convivir al convertirse en madre primeriza es el miedo a separarse del bebé y a dejarlo en manos de otra persona. Sea nuestra pareja (la versión más llevadera) o en manos de desconocidos (como cuando dejas a tu hijo o hija las primeras veces en la guardería). Es todo un proceso de aprendizaje, tanto para el bebé como para nosotras las madres, en el que tenemos que plantarle cara al miedo y confiar lo suficiente en que nuestro bebé se encuentra en buenas manos y no le faltará de nada. Algo nada fácil, ya que siempre creeremos que con nosotras es con quien mejor está.
Y ya ni hablemos del miedo a haber hecho algo mal. ¿Lo habré sentado demasiado y demasiado pronto y por eso ahora todavía no gatea? ¿Y si no gatea nunca? ¿Será que no anda todavía porque no le damos alicientes suficientes? ¿Y por qué no habla si ya debería estar diciendo sus primeras palabras? ¿Le habremos confundido con los dos idiomas? Etc. Etc. Creo que podría hacer una lista infinita de preguntas, dudas, miedos y preocupaciones, y siempre encontraría más y más… ¿por qué queremos ser siempre tan perfectos en nuestro camino como padres/madres?
- Tranquila, no está sola
Así que no os preocupéis, no estáis solas, porque todas tenemos miedos. Pueden ser los mismos que yo he enumerado aquí o pueden ser otros, pueden ser más o menos fuertes, pero convertirse en madre/padre significa ocuparse de un ser indefenso y dependiente en su camino hacia la madurez e independencia. Y en el proceso nos enfrentaremos a un sinfín de miedos y angustias para que no tengan que hacerlo ellos, y es que desde el momento en que sabemos que existen, ocupan un lugar especial en nuestro corazón.